Un any més, i com
ja és tradicional, Sant Sadurní d'Anoia canviarà d’any amb les campanades del rellotge
de l’Ajuntament. Totes les persones que ho desitgin estan convidades a la plaça
de la Vila per compartir “aquest moment de l’any tan especial”, segons ha
informat l’Ajuntament. A diferència del que passarà a Antena 3 i La Sexta, a
Sant Sadurní d’Anoia no es brindarà amb cervesa. Diverses empreses cavistes
locals ofereixen gratuïtament el cava amb el qual es brindarà a la plaça de la
Vila. Després de les campanades, un discjòquei amenitzarà la festa a la mateixa
plaça de l’Ajuntament.
La denominación de origen cava no está restringida a
ninguna zona geográfica. Usted puede elaborar cava en su casa: solo
tiene que utilizar las uvas adecuadas y cumplir las liturgias del método
champán. No hace falta tener barricas Luis XVI, ni peluca cenicienta ni
bigote con volutas. Normal, pues, que no se limite a una región o
provincia -a un lugar- un vino cuya labor se importó de afuera,
adaptándola al clima, la fruta y la tierra local, y rebautizando el
resultado con el nombre de la silenciosa cueva donde fermenta. Y a pesar
de ese origen cosmopolita, el cava es el vino más paleto de España.
Primero, en su obsesión por equipararse al champán, que hay que ser
gañán. Después, en la costumbre de utilizarlo como vino de postre o
celebración, cuando hay pocas bebidas que sepan tan ricas acompañando a
un jamón, por ejemplo. Y ahora que (en teoría) ya se superan aquellas
boinas, el cava se emperra en no bajar de los diez euros por botella.
¿Alguien conoce alguna marca buena por debajo de ese precio?, ¿algo
mejor que el Rondel, el Delapierre semiseco o el Robespierre; o sea un
cava que no se mencione con el artículo delante, como hacen en mi pueblo
para ubicarte a las familias? Porque esos y otros muchos no son cavas,
son agua con gas (bombeado), azúcar (vertido desde el saco) y una pizca
de colorante alimentario. Si quieres que la gente se acostumbre a comer
con cava, ¿no sería mejor dejar de producir esas mierdas navideñas y
sacar una línea de cavas buenos y baratos que invitasen al experimento
doméstico, a la prueba de bajo riesgo, para así, tiento a tiento, ir
afianzando un hábito? Digo yo. Claro, que eso obligaría a no tenerse a
sí mismo por un producto de lujo, imposible (¡mon dieu!) de adquirir a bajo precio. Obligaría a bajarse los humos, a no hacer el paleto y a dejar de timar con sucedáneos.
Que es lo que nos llaman los franceses, por cierto.