En el número del mes de març de la revista Vinos y Restaurantes signo un article sobre un petit però interessant i autèntic projecte al Penedès:
St. Joannes, autenticidad en un nuevo Penedès
RAMON FRANCÀS
Honoré de Balzac escribió que la gloria es un veneno que hay que tomar en pequeñas dosis. Y en la nueva Denominación de Origen Penedès ya no cabe lugar a otra gloria que la de las pequeñas dosis. El Penedès, que ya perdió iconos de gran volumen de Torres como Viña Sol, Sangre de Toro, Coronas o Viña Esmeralda, se está transformado a marchas forzadas con el trasvase de vinos hacia una DO Catalunya que también acaba de atraer por razones “comerciales” a las marcas más voluminosas de René Barbier (Grupo Freixenet). En este nuevo escenario con muchos menos precintos (y, por tanto, con menos recursos económicos) no queda otra que trabajar por recuperar el prestigio perdido en base a una calidad sin renuncias. Ya dijo el escritor británico John Ruskin que la calidad nunca es un accidente y que siempre es el resultado de un esfuerzo de la inteligencia. Es pues la hora de los pequeños elaboradores, aquellos decididos a no dejar de mirar hacia el viñedo y a no perder de vista la búsqueda de la mayor calidad.
Es la hora de pequeños proyectos llenos de autenticidad como el de St. Joannes, de Sant Llorenç d’Hortons. Se trata de una finca de 9 hectáreas de viñedos en producción (en la que destaca un xarel·lo de más de 80 años plantado en vaso y un cabernet Sauvignon) a las que próximamente se añadirá la plantación de 1,5 hectáreas de variedades como la syrah. Su producción es muy limitada, solo 25.000 botellas entre un muy singular xarel·lo fermentado parcialmente en barrica que mantiene su sello desde la primera añada del 2007 y de un chocolatoso y maduro cabernet con notas verdes. La finca, adquirida por el abuelo del actual administrador, Basilio Pérez de las Heras Mata, había formado parte de las 300 hectáreas que en su día habían sido propiedad de Masia Bach. La finca respira historia en cada uno de sus rincones. Labrando han llegado a aparecer vestigios romanos junto a una masía del siglo XV (la Casa Gran) levantada en 1453 junto a la ermita de Sant Joan Samora, cuya primera cita se remonta al año 1080. La masía, restaurada por primera vez en el siglo XVI y enclavada dentro de sus propios viñedos, goza de unas vistas panorámicas de la montaña de Montserrat. En la actualidad esta inmersa en un nuevo proceso de rehabilitación dirigido por José Luis Vives Conde, experto restaurador de casas antiguas catalanas, y sus únicos pobladores son una perra mestiza y una rapaz nocturna, una solitaria lechuza.
Recogiendo la tradición y formulas conservadas en la familia de D. José Mª Mata, padre y abuelo de los actuales propietarios (Basilio junto con su hermana Rosa y su madre Asunción), elaborador de vinos de gran renombre en la comarca, éstos decidieron continuar con la viticultura como proveedores de las principales bodegas de la zona hasta que en el año 2007 decidieron dar el salto a la elaboración propia, bajo la dirección del enólogo Oriol Guevara. Los vinos son elaborados con métodos tradicionales sin renunciar a la tecnología y a partir de una vendimia manual que busca recolectar las bayas en su óptimo momento de maduración fenólica. Guevara busca conseguir vinos que hablen de su histórico terroir, tomando como referente a la Borgoña. El envejecimiento se realiza en la sala de barricas histórica y en ‘cups’ (calados subterráneos de piedra) habilitados para tal fin, del siglo XVIII, tras su paso por depósitos de acero inoxidable. Es un proyecto cimentado en la “ilusión” y en la firme voluntad de hacer las cosas bien hechas. Ya exportan el 40% de su producción y ven en el mercado chino una muy buena oportunidad. Su siguiente meta es completar la restauración de la masía y, con ella, abrirse al enoturismo.
Peu de foto: Basilio Pérez de las Heras Mata i Oriol Guevara
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