dijous, 29 de març del 2012

Parker assumeix "part de la culpa" pel 'Campogate'

Avui dijous els periodistes Raquel Pardo i Andrés Proensa han signat una interessant informació (www.proensa.com) sobre el suposat escàndol de Pancho Campo i Jay Miller. Segons recullen en la seva informació, Parker assumeix "part de la culpa" pel 'Campogate':

Campogate
hoja Pancho MW, bajo la lupa

proensa.com John Salvi MW
Madrid, 27 de marzo de 2012. RP-AP. Después de más de tres meses de silencio, comienzan a trascender algunos movimientos relacionados con el llamado Campogate o Jumillagate, el caso de la actuación del tándem formado por Pancho Campo MW, propietario de The Wine Academy of Spain (TWAS), con sede en Marbella (Málaga), y Jay Miller, responsable de las catas de vinos españoles para la publicación norteamericana The Wine Advocate (TWA), el boletín del famoso crítico norteamericano Robert Parker. El asunto dio mucho juego en blogs y medios digitales y convencionales en la primera mitad de diciembre pasado, pero hacia mediados de ese mes, tras el anuncio de sendas investigaciones por parte de Robert Parker, que separó a Jay Millr de su equipo aunque adujo que ese cese estaba previsto de antemano, y el Institute of Masters of Wine (IMW) sobre la actuación de Jay Miller y Pancho Campo, respectivamente, sobrevino el silencio casi absoluto. En los últimos días se ha sabido, por fin, algo de esas investigaciones cuyas conclusiones se espera que sean dadas a conocer en pocos días, aunque la realidad es que no hay expectativas de que sean espectaculares.

Ha trascendido la realización de una encuesta indagatoria en las zonas vinícolas españolas relacionadas con el caso del cobro por parte del norteamericano de diferentes cantidades a cambio de realizar sus catas o, en versión Campo, de participar en actos diversos, como catas magistrales, conferencias o mesas redondas, aprovechando viajes relacionados con su trabajo para The Wine Advocate. Las gestiones necesarias para la realización de tales actos y el cobro de cantidades variables a cambio de la oportunidad única de recibir a Miller, habrían corrido a cargo de Pancho Campo.

La investigación en zonas como Jumilla, Vinos de Madrid, Navarra y Valencia está siendo realizada por la filial española de una agencia de investigadores norteamericana, Kroll (según su página web ha investigado gentes tan serias como Maurice Duvalier, Fernando e Imelda Marcos y Sadam Hussein), contratada por un bufete de abogados de Londres por encargo de Robert Parker. No hay conclusiones, pero Robert Parker ya ha dado pasos significativos.

Parker justifica

“Asumo parte de la culpa por lo que ocurrió con Pancho Campo y Jay Miller en España. Aún no hemos visto el informe final de la investigación de nuestros abogados, pero al final del día, siento que no supervisé a Jay Miller tan eficazmente como debería haberlo hecho. Tendría que haber estado más encima y ser más diligente al preguntar qué era lo que estaba haciendo. Nada de lo que se hizo fue ilegal, pero hubo algunas cosas que fueron sencillamente… Supongo que la percepción es la realidad. Debería haber examinado a conciencia la manera en que (Miller) hizo las cosas algo más de lo que lo hice.”

Parker es entrevistado por el portal Liv-Ex y reconoce así su responsabilidad en cómo se desencadenó lo que en España se ha llamado Campogate, un escándalo relacionado con la filtración de unos emails donde la empresa que dirige Campo, The Wine Academy of Spain, aparece involucrada en los viajes que el hasta diciembre catador de Robert Parker en España, Jay Miller, realizaba para catar vinos de las bodegas españolas. En la información filtrada se da a entender que el de Baltimore participa en el sucio juego del “pay to play”, o “si no pagas, no juegas”, es decir, que podría cobrar por acudir a catar a determinadas regiones, escogidas previamente por TWAS gracias a acuerdos comerciales.

A pesar de que el crítico reconoce que existieron las irregularidades que el periodista y bloguero Jim Budd destapó en su página, Jim’s Loire, éste afirma no haber recibido respuesta ni disculpa alguna por haber puesto en duda sus informaciones. En una de sus entradas sobre este asunto, Bud comenta: “hasta la fecha no he tenido explicación alguna sobre la afirmación de que yo era ‘reacio a hablar con nosotros’ ni he sido requerido para un encuentro.”

MW en entredicho

También ha de estar próxima la publicación de los resultados de la indagatoria que está realizando un comité de miembros del Institute of Masters of Wine para dilucidar si la actuación del fornido Pancho Campo MW en las contrataciones de Jay Miller vulneran lo establecido en el código deontológico de esa prestigiosa institución británica. Siobhan Turner, director ejecutivo del IMW, no comenta que “es muy importante para nosotros asegurarnos de que las conclusiones a las que llegan puedan ser probadas y son justas. Este trabajo lleva tiempo, aunque espero que vamos a recibir algo en breve. Debo señalar que yo no soy parte de este panel y todavía no he visto su informe final. Como parte del proceso, a Pancho Campo MW se le dará la oportunidad de comentar sobre sus resultados.”

El IMW se encuentra en una situación delicada que trasciende sin gran dificultad en el contacto con sus miembros. Por un lado, temen que, si dictaminan a favor de su asociado hispanochileno, la institución en su conjunto sea el próximo objetivo de los ataques de Jim Budd y el coro de críticos que ha aireado el asunto. Por el contrario, si toman una decisión contra Pancho Campo, temen que el todavía MW les suelte a sus abogados y el asunto se empantane en procedimientos judiciales y, como todo divorcio que se precie, en aireación de trapos sucios reales o fruto de la imaginación de las partes.

En la institución vinícola creada en 1955 por un gremio de comerciantes de vino no hay muchos antecedentes en este sentido. En su más de medio siglo de historia sólo hubo un expulsado, que fue atrapado en delito flagrante, y tres suspendidos temporalmente por conculcar las normas deontológicas que se comprometen a respetar los catadores que superan las pruebas para obtener el cotizado título de Máster of Wine.

Esas son las dos principales alternativas que se presentan a los investigadores, aunque, como señala Siobhan Turner, “hay más opciones disponibles. La primera, por supuesto, sería que no ha habido violación. Para aquellos casos donde ha habido una violación, las opciones incluyen: Una reprimenda; compromiso de no repetir las acciones que provocaron la violación; suspensión -y la duración de esta puede ir desde unos meses a muchos años- o la expulsión.”

La expulsión definitiva parece poco probable porque sería necesario probar una falta grave, y la suspensión temporal es una opción que también se presenta con serias dificultades porque el comité quiere tener pruebas fehacientes por si hubiera que enfrentarse a un Pancho Campo que en todo momento esgrime el respaldo de un ejército de abogados combativos.

Una vez finalizada la investigación, el proceso sigue como nos explica el máximo responsable del IMW: “el grupo de investigación hace una recomendación, no toma una decisión. El acusado tiene entonces el derecho de réplica a las conclusiones del informe. El Consejo del Instituto tendrá en cuenta el informe del grupo y cualquier información adicional el miembro desee proporcionar, y tomará una decisión. El miembro tendría la opción de o bien aceptar la decisión del panel o hacer un llamamiento a todos los miembros en su conjunto.”

En medios del IMW se baraja una vía alternativa, dejar correr el asunto sin una decisión en uno u otro sentido ante la dificultad para recabar pruebas suficientes en contra de Pancho Campo MW, que, en todo caso, sería condenado de forma tácita al ostracismo. Se piensa que tras el escándalo la figura de Pancho Campo quedará tan seriamente dañada que en la práctica quedará fuera del circuito internacional del vino. Aunque se le dé por acabado, el IMW deberá tomar una decisión y en eso se barajan también dos opciones: seguir el dictamen del comité de investigación o someter la decisión final a la votación de los trescientos miembros del IMW de todo el mundo.

Dos procesos que se siguen de forma simultánea por los delegados del IMW y por los emisarios de Robert Parker, aunque no se tocan en absoluto. “Debo añadir, termina Siobhan Turner, que yo no puedo comentar nada sobre la investigación de Parker, excepto para decir que escribí al señor Parker a principios de diciembre, cuando establecimos nuestra investigación, y le pedí que nos proporcione toda la información pertinente que descubrió. No he tenido ninguna respuesta a esa carta.”

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