dissabte, 7 d’agost del 2010

Modernitat ancestral

Al número del mes d'agost de la revista Vinos y Restaurantes abordo la creixent tendència a presentar vins elaborats a partir de recuperades varietats ancestrals de ceps catalans. Tot i que considero que no per ser ecològic, biodinàmic o de varietat ancestral un vi ja ha de ser millor, sí que opino que és interessant aquesta línia de recuperar el nostre parc ampel·logràfic


Modernidad ancestral

RAMON FRANCÀS

Ya nos recuerda el viejo dicho que donde fueres haz lo que vieres. No hay duda de que en Catalunya se está viviendo una más que interesante dinámica de recuperación de ancestrales variedades de uva autóctonas. Ahora lo moderno se busca en lo ancestral, lo local nos hace universales. La plaga de la filoxera dejó en el viñedo del olvido un amplio parque ampelográfico catalán que ahora intenta recuperarse con el objetivo de ganar identidad, singularidad y una mayor personalidad. Ahora estamos volviendo la vista atrás después de décadas creyendo que el único prestigio podía venirnos de la mano de las variedades internacionales más reconocidas mundialmente. Incluso se cometieron errores como arrancar xarel·lo para plantar tempranillo en el Penedès o se llegó a apostar más por la cabernet sauvignon que por la trepat en la Conca de Barberà. También se siguen cometiendo errores, como querer obtener un vino tinto memorable con la pinot noir en el Montsant. Los milagros son más propios de Lourdes y las patatas no crecen en el ártico. Ello no obsta para que se reconozca la gran adaptación de variedades internacionales de prestigio a los terruños catalanes.
Ahora no pocas bodegas se han lanzado decididamente a la recuperación de las antiguas variedades autóctonas. Lo están haciendo de forma entusiasta desde Torres, Albet i Noya, Giró Ribot, Finca Viladellops o Sumarroca en el Penedès a Clos Mogador y Cellers Ripoll Sans en el Priorat; Abadal, Mas de Sant Iscle y Oller del Mas en Pla de Bages; Bàrbara Forés o La Bollidora en la Terra Alta o Castillo de Perelada en el Empordà. La lista de variedades recuperadas es también más que notable: trobat, garró, escanyavelles, Marina Rión, Belat, variedad número 4 de Querol, trepat blanc, sumoll blanc, colló de gat, esperó de gall, massacamps, mandó, garroficio (troballa casual), carinyena blanca, parrella, picapoll negre, rojal, moscatell negre, moscatell vermell, xarel·lo vermell, moll, morenillo, giró, ribot...
Al margen de las bodegas se han presentado últimamente dos interesantes proyectos de recuperación de variedades ancestrales en riesgo de desaparición. Por un lado destaca 10 Sentits, donde diez brillantes enólogos catalanes han sumado esfuerzos para vinificar en su estreno las variedades sumoll blamc, trepat blanc, carinyena blanca y la tinta garroficio. Esta última han decidido, por el momento, no comercializarla. Venden sus vinos (que se presentan en botellas de medio litro provistas de tapón de vidrio) en lotes a través de su página web con el objetivo de refinanciar su proyecto creativo. Mantienen su identidad en el anonimato y reivindican “los valores del patrimonio vitivinícola catalán lejos de las presiones comerciales, contribuyendo a la recuperación de variedades prácticamente perdidas”. También destaca el proyecto asociativo de Slow Food Terres de Lleida. Han elaborado 1.000 botellas de un tinto y un blanco de viejos viñedos de la Noguera. También venden los vinos a través de su web y con los beneficios autofinanciarán un proyecto bautizado como Trobades.

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