Arran del sabotatge denunciat a Terroir al Límit he repassat en l'article mensual que signo a Vinos y Restaurantes, en aquest cas el del mes d'agost, diferents sabotatges en el món del vi, tan històrics com actuals. La fotografia que acompanya aquest post correspon a Dominik A. Huber.
Viles sabotajes
RAMON FRANCÀS
El libro La guerra del vino (Ediciones Obelisco) relata a historia de los productores franceses de vino que durante la Segunda Guerra Mundial se decidieron a realizar medidas “ingeniosas y osadas” para salvar sus queridas cosechas y botellas, a medida que los alemanes cerraban el cerco a su alrededor. No pocas míticas botellas de Burdeos, Borgoña o la Champaña acabaron en los gaznates de los nazis. La oposición de los viticultores al expolio se tradujo principalmente en una resistencia pasiva basada en ocultar, mentir y engañar. El sabotaje fue una de las armas de los productores galos. Se las idearon para cambiar el vino de un cargamento por agua; vendieron gato por liebre al cambiar etiquetas de las botellas simulando un contenido de calidad superior al que estaban lejos de contener y colocaron corchos de mala calidad en vinos de alta gama. La lucha por el vino, pues, se convirtió en notable por parte de la resistencia durante la ocupación germana. Curiosamente, la naturaleza parece que quiso premiar a los viticultores franceses con la cosecha de 1945, la del fin de la segunda gran guerra, una de las más extraordinarias de la historia. Estos sabotajes, sin embargo, nada tienen que ver con el cobarde, vil y atroz acto vandálico que la noche del pasado 13 de junio sufrió una de las bodegas más emergentes y con mayor prestigio de la DOC Priorat. Como se recordará, los propietarios de la bodega Terroir al Límit denunciaron ante los Mossos d'Esquadra haber sido víctimas de un acto de “terrible vandalismo”. Unos desconocidos forzaron la cerradura de esta pequeña bodega de Torroja del Priorat, vertieron vino y contaminaron, probablemente con jabón industrial, diversas barricas. Terroir al Límit se creó en 2004. Sus propietarios, el alemán Dominik Huber, el sudafricano Eben Sadie y el viticultor Jaume Sabaté, afirman que “no se trata tan solo de un asalto directo y dramático contra una forma de entender la vida, sino casi de un ataque contra la naturaleza misma del ser humano, además de un crimen de dimensiones inimaginables. Se preguntaron también si lo sucedido fue un acto “de odio o de puro vandalismo. El propio alcalde de Torroja del Priorat, Jordi Aixalà, que ha condenado enérgicamente los hechos, recuerda que los actos de cobardía son obra de “aquellos que no son capaces de hablar cara a cara y actúan, escondidos, contra los intereses de las personas”.
Este deleznable acto vandálico no es el único que se ha denunciado en el Priorat en los últimos años. Sergi Ferrer Salat y Raül Bobet denunciaron que las jóvenes plantaciones de su explotación situada entre Falset y Porrera fueron saboteadas en 2005. Pusieron en conocimiento de la Guardia Civil que unas 8.000 vides, en una versión de los hechos que despertó cierta incredulidad y dudas, fueron fumigadas deliberadamente con herbicida. Cuatro años más tarde se detuvo a una persona por intento de asesinato que introdujo cianuro en una botella de San Valentín del 2005, de Torres, en Noruega. Un abogado de 59 años cayó en coma tras beber un sorbo de este vino blanco. La historia también está cargada de otros sonados sabotajes. Así, por ejemplo, se ha dejado escrito que en 1485, en las cercanías de Nápoles, los soldados españoles llevaron a cabo sabotajes a través del vino: vertieron sangre extraída a leprosos en los vasos de vino que posteriormente daban a beber a los franceses. Cabría esperar que algo tan noble como el vino no vuelva a asociarse con algo tan vil como el sabotaje.
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