Per començar l'any signo un article distès a Vinos y Restaurantes. Està dedicat als vins amb nom divertit, curiós o provocador. Què en penseu? És una moda que passarà? Creieu que la cosa anirà a més?
Vinos desenfadados
RAMON FRANCÀS
Últimamente están proliferando, con gran profusión, vinos con nombres y etiquetas de lo más estrafalario. De hecho, se les conoce más por su extravagante nombre que por su calidad mientras no pocos ven en la tendencia una gran apuesta marketiniana. Buena prueba de todo ello es Gran Cerdo, un tinto joven elaborado por la bodega riojana The Wine Love, de Fuenmayor, que ha dado mucho de que hablar. “Gran Cerdo es un gran vino dedicado a los directores de banco que nos negaron préstamos aduciendo que el vino no era un bien embargable. Corpulentos, sudorosos y trajeados personajes, algún día descubriréis que las cosas más importantes de la vida no se pueden embargar. Gracias a los amigos, pues con su ayuda conseguimos al fin hacer el embotellado, ahora puedes disfrutar de nuestra criatura más ácida...” Esta es la carta de presentación del caldo de Gonzalo Gonzalo que se vende entre los 4 y los 5 euros con una etiqueta en la que el protagonista es un marrano alado. Gonzalo no duda que gran parte de las ventas de su vino se deben a su impacto mediático. Con anterioridad ya había sacado al mercado el No Phone, un vino nacido de una viña en la que, claro está, no hay cobertura de teléfono móvil.
Lo cierto es que de vinos con nombre gracioso o desenfadado existen en todos los rincones de la geografía vitivinícola española. En Catalunya se encuentra desde el redondo Finca Malaveïna (finca mala vecina) de Castell de Perelada en el Empordà al Penedès A bodes em convides (una expresión catalana de satisfacción que podría traducirse como ‘de mil amores’ o ‘de buen grado’) de Can Ramon-Viticultors del Montgròs de Sant Pere de Ribes o el garnacha y cariñena Cap de Ruc (cabeza de burro) del Celler Ronadelles de Cornudella de Montsant. Pero con el asno de protagonista también podemos encontrar La Senda del Burro, un prieto picudo de Viñedos Propios Pajares (Vino de la Tierra de León). Ya dice el refrán que quien a la bodega va y no bebe vino, burro va y burro viene. Las etiquetas de los vinos se ven pobladas de los animales más variopintos, como El Perro Verde, un exitoso verdejo joven de la DO Rueda fruto de la colaboración de Bodegas Ángel Lorenzo Cachazo y del marchante de vinos catalán Quim Vila (Vila Viniteca). En colaboración con Bodegas Vizcarra, Vila también ha impulsado el Venta Las Vacas (DO Ribera del Duero). Claro que también ya hay quien ha desarrollado un vino para canes: el Sniff-and-Tail (huele-y-mueve la cola, juego de palabras con el nombre de la uva zinfandel). En realidad, sin embargo, sólo es un puré de carnes y verduras embotellado. La idea es de Bark Vineyards, que anuncia un Fine Wine for the Canine and Feline. No menos desenfadado, aunque también con reminiscencias animales, es el nombre que las riojanas Bodegas Benjamín Romeo de San Vicente de la Sonsierra, donde se elabora el hedonista tinto de gama alta Contador, ha dado a su vino blanco con crianza: Qué bonito cacareaba. Claro que la palma se la llevan los vinos aragoneses Cojón de Gato (Vinos de viñedos de Laguarres de Huesca, de Bal d’Isábena y Lamarca Wines) y Teta de Vaca (tinto de la DO Calatayud de Bodegas y Viñedos del Jalón y Lamarca Wines).
Tampoco tiene desperdicio una marca de la Alpujarra almeriense: Tetas de la Sacristana. Claro que si nos damos una vuelta por el mundo se encuentra una indicación geográfica portuguesa para los vinos de la isla de Graciosa e incluso con nombres hasta cierto punto repulsivos, como el económico tinto de mesa francés Frog’s Piss (pis de rana), el Vin de Pays d’Oc Elephant on a tightrope (elefante en el alambre), el también galo y barato Le Vin de Merde (el vino de mierda) o el Blasted Church (maldita iglesia). En la etiqueta de este último vino del Languedoc se incluye la inscripción Le pire...cache le meilleur (lo peor... esconde lo mejor). El Vin de Merde es un tinto del Languedoc-Roussillon que se anuncia como un vino para filósofos. De nombres de vinos estrafalarios los hay para todos los gustos, como el australiano Bitch (puta), el Fat Bastard (gordo cabrón) del Languedoc-Roussillon (ocho vinos elaborados por Maison Gabriel Meffre, de Gigondas); el californiano Mad Housewife (ama de casa loca); el también norteamericano de Napa Valley Cleavage Creek (escote profundo) o los Spanish White Guerrilla de Calahorra, los granadinos Vino Peleón y el aragonés Maria de la O (tinto de garnacha del prepirineo aragonés, de Bodegas Ejeanas y Lamarca Wines). Claro que los supersticiosos mejor que se abstengan de catar los chilenos Gato Negro o Casillero del Diablo. El mundo del vino también ofrece otras hilaridades e incluso chistes francamente malos, como el que se pregunta por el vino más amargo (la respuesta es: vino mi suegra).
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