Qui ho deia que tot ja estava inventat en viticultura? A Torres estan testant una nova i revolucionària pràctica que ja s'aplica a França: la genòdica. La setmana passada vaig publicar un article a la recontra d'Economia de La Vanguardia. Què en penseu?
Melodías en las viñas
RAMON FRANCÀS
Vilafranca del Penedès
Bajo el lema 'Cuanto más cuidamos la tierra mejor vino conseguimos', Bodegas Torres considera el compromiso medioambiental como parte de sus valores y cultura organizativa. Una de las grandes preocupaciones de la compañía vitivinícola es la repercusión que pueda tener el cambio climático en el viñedo y las medidas que se pueden adoptar para paliarlo. El presidente de la compañía, Miguel A. Torres, afirma que “nos dedicamos a la viña, y en la viña no te puedes olvidar de la tierra”. Añade que “el cambio climático afecta de modo directo a la viña y puede convertirse en dramático si no hacemos nada para evitarlo”. Torres, que está invirtiendo 10 millones de euros en diez años para contribuir a luchar activamente contra los efectos del cambio climático, se acaba de adentrar en el prácticamente desconocido mundo de la genódica. Se trata de emitir frecuencias sonoras conocidas como proteodies en las viñas para intentar reducir las enfermedades que afectan a la madera de las vides, principalmente la yesca y la eutipa. Actualmente no existe ningún producto en el mercado para poder tratar a los hongos responsables de estas patologías que pueden acabar con la vida de la vid. Las enfermedades de la madera de la vid causan grandes pérdidas de producción ya que, pese a que no siempre provocan la muerte de la vid afectada, reducen la capacidad productiva de la planta. La vid acaba presentando un envejecimiento prematuro. Torres está realizando una prueba piloto en la viña de la que se obtiene uno de sus vinos blancos de finca más destacados, el Fransola.
La genódica, según el director de viticultura de Torres, Xavier Sort, “potencia la producción de proteínas de defensa de la vid, contribuyendo a la reducción de las enfermedades de la madera”. La genódica se fundamenta en la caracterización de secuencias de ondas asociadas a la transposición de genes en proteínas. Se sabe que las proteodies, que son la transposición de sonidos audibles de fenómenos ondulatorios que se producen de forma natural cuando los organismos fabrican sus proteínas, actúan sobre los seres vivos. En Torres han colocado emisores que se asemejan a reproductores MP3 que emiten las ondas con una cierta frecuencia, una especie de melodías, para estudiar qué resultados arroja en una hectárea de viña. Xavier Sort destaca que esta novedad científica bien pudiera aplicarse en el caso de las agriculturas ecológica y biodinámica por ser absolutamente respetuosa con el medio ambiente.
En Torres también estudian la lucha con murciélagos contra la plaga de la polilla del racimo. Su intención es poder controlar la plaga sin necesidad de recurrir al uso de insecticidas. Para ello, a finales del 2009 colocaron nidos para facilitar la reproducción de murciélagos en la finca de la Conca de Barberà de la que se obtiene uno de sus tintos más soberbios, el Grans Muralles. Desde Torres se afirma que además de contribuir a la reproducción de un mamífero cuya población está disminuyendo en toda Europa a causa de las dificultades que encuentra para nidificar, “pretendemos incentivar el control biológico de la polilla del racimo con el aumento de la población de murciélagos localizada cerca de los viñedos”. Esta acción se engloba en el proyecto Quiròpters, que se lleva a cabo desde el Museo de Ciencias Naturales de Granollers.
En el marco de su política de sostenibilidad, en Torres, que se han marcado como objetivo reducir en un 30% sus emisiones de CO2 en el 2020, han estudiado también la viabilidad económica y ambiental de destinar las cepas de viñedos arrancados a biomasa. Con ello “se quiere revalorizar un residuo agrícola y simultáneamente disminuir las emisiones de CO2, al utilizarlo en detrimento de los combustibles fósiles”. De esta forma, están transformando en carbón vegetal las vides que arrancan, entre 5 y 6 hectáreas cada año. Desde Torres se recuerda que el carbón vegetal ofrece “un poder calórico superior y más estable biológicamente”. El carbón vegetal lo obtuvieron inicialmente de forma artesanal, con las tradicionales carboneras, pero posteriormente lo tecnificaron para ganar mayor rendimiento.
RAMON FRANCÀS
Vilafranca del Penedès
Bajo el lema 'Cuanto más cuidamos la tierra mejor vino conseguimos', Bodegas Torres considera el compromiso medioambiental como parte de sus valores y cultura organizativa. Una de las grandes preocupaciones de la compañía vitivinícola es la repercusión que pueda tener el cambio climático en el viñedo y las medidas que se pueden adoptar para paliarlo. El presidente de la compañía, Miguel A. Torres, afirma que “nos dedicamos a la viña, y en la viña no te puedes olvidar de la tierra”. Añade que “el cambio climático afecta de modo directo a la viña y puede convertirse en dramático si no hacemos nada para evitarlo”. Torres, que está invirtiendo 10 millones de euros en diez años para contribuir a luchar activamente contra los efectos del cambio climático, se acaba de adentrar en el prácticamente desconocido mundo de la genódica. Se trata de emitir frecuencias sonoras conocidas como proteodies en las viñas para intentar reducir las enfermedades que afectan a la madera de las vides, principalmente la yesca y la eutipa. Actualmente no existe ningún producto en el mercado para poder tratar a los hongos responsables de estas patologías que pueden acabar con la vida de la vid. Las enfermedades de la madera de la vid causan grandes pérdidas de producción ya que, pese a que no siempre provocan la muerte de la vid afectada, reducen la capacidad productiva de la planta. La vid acaba presentando un envejecimiento prematuro. Torres está realizando una prueba piloto en la viña de la que se obtiene uno de sus vinos blancos de finca más destacados, el Fransola.
La genódica, según el director de viticultura de Torres, Xavier Sort, “potencia la producción de proteínas de defensa de la vid, contribuyendo a la reducción de las enfermedades de la madera”. La genódica se fundamenta en la caracterización de secuencias de ondas asociadas a la transposición de genes en proteínas. Se sabe que las proteodies, que son la transposición de sonidos audibles de fenómenos ondulatorios que se producen de forma natural cuando los organismos fabrican sus proteínas, actúan sobre los seres vivos. En Torres han colocado emisores que se asemejan a reproductores MP3 que emiten las ondas con una cierta frecuencia, una especie de melodías, para estudiar qué resultados arroja en una hectárea de viña. Xavier Sort destaca que esta novedad científica bien pudiera aplicarse en el caso de las agriculturas ecológica y biodinámica por ser absolutamente respetuosa con el medio ambiente.
En Torres también estudian la lucha con murciélagos contra la plaga de la polilla del racimo. Su intención es poder controlar la plaga sin necesidad de recurrir al uso de insecticidas. Para ello, a finales del 2009 colocaron nidos para facilitar la reproducción de murciélagos en la finca de la Conca de Barberà de la que se obtiene uno de sus tintos más soberbios, el Grans Muralles. Desde Torres se afirma que además de contribuir a la reproducción de un mamífero cuya población está disminuyendo en toda Europa a causa de las dificultades que encuentra para nidificar, “pretendemos incentivar el control biológico de la polilla del racimo con el aumento de la población de murciélagos localizada cerca de los viñedos”. Esta acción se engloba en el proyecto Quiròpters, que se lleva a cabo desde el Museo de Ciencias Naturales de Granollers.
En el marco de su política de sostenibilidad, en Torres, que se han marcado como objetivo reducir en un 30% sus emisiones de CO2 en el 2020, han estudiado también la viabilidad económica y ambiental de destinar las cepas de viñedos arrancados a biomasa. Con ello “se quiere revalorizar un residuo agrícola y simultáneamente disminuir las emisiones de CO2, al utilizarlo en detrimento de los combustibles fósiles”. De esta forma, están transformando en carbón vegetal las vides que arrancan, entre 5 y 6 hectáreas cada año. Desde Torres se recuerda que el carbón vegetal ofrece “un poder calórico superior y más estable biológicamente”. El carbón vegetal lo obtuvieron inicialmente de forma artesanal, con las tradicionales carboneras, pero posteriormente lo tecnificaron para ganar mayor rendimiento.
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