En el número d'aquest mes d'octubre de la revista Vinos y Restaurantes signo un ampli reportatge-informe sobre la DO Terra Alta i el seu lent despertar. Què en penseu?
La DO Terra
Alta, la eterna promesa
RAMON FRANCÀS
La esperada eclosión de la DO Terra Alta continúa
siendo una eterna promesa. Ya decía Horacio que “las muchas promesas disminuyen
la confianza”. El lento despertar es, sin embargo, decidido. Si bien la
efervescencia de esta denominación de origen de la provincia de Tarragona con
un gran patrimonio vitícola ha sido destacada en los últimos años, la Terra
Alta no acaba de despuntar. Los grandes grupos vitivinícolas han pasado de
largo, por el momento, de esta DO. Solo Roqueta Origen (LaFou Celler) ha
decidido apostar de forma decidida con un pequeño proyecto de vinos de alta
calidad en Batea, dirigido por Ramon Roqueta, que está levantando el listón.
Torres, tras muchas décadas adquiriendo uvas de esta emergente zona, ha
empezado a elaborar una garnacha blanca “experimental” amparada por esta DO. Por
el momento, aseguran desde Torres, no hay nada más en firme. En una zona con
relativamente pocas bodegas, algunos elaboradores verían con buenos ojos la
irrupción de grandes grupos como Torres por considerar que contribuirían a una
mayor visualización de la Terra Alta. Las cooperativas mantienen un gran peso
en la DO Terra Alta pero van abriéndose camino pequeños proyectos como los de Coma
d'en Bonet o Edetària en Gandesa, Altavins en Batea o Xavier Clua en Vilalba
dels Arcs.
Si bien el Consejo Regulador de la DO
Terra Alta no se muestra en su mejor momento, los potenciales de esta zona son
importantísimos. Sus singularidades, como ser el máximo productor mundial de la
variedad garnacha blanca, también son innegables. Un 43% de les nuevas
plantaciones que se han realizado en la zona de producción de la DO Terra Alta
son de garnacha blanca, una variedad que ocupa 1.450 hectáreas repartidas en
2.247 parcelas vitícolas (el 85% de toda la producción de Catalunya, el 75% de
la española y un tercio de la mundial).
También cuentan con otra variedad
autóctona aún más singular, la morenillo, pero incomprensiblemente sigue sin ser
recogida por el reglamento de variedades permitidas por el Consejo Regulador de
la DO Terra Alta más allá de un carácter ‘experimental’. Eso sí, sí son
variedades autorizadas la chenin blanc, la cabernet sauvignon, la cabernet
franc o la sauvignon blanc. Pese a ello, según el Consejo Regulador, “las
características diferenciadoras de sus vinos son debidas de principalmente a la
mediterraneidad de su terruño y al predominio de las variedades de uva
tradicionales, recomendadas por el Consejo Regulador y mayoritarias”. Se añade
que “la importancia de la garnacha blanca y una cultura específica de entender
su elaboración hacen de los vinos blancos elaborados con esta uva los que mejor
expresan el terruño y la cultura de la DO Terra Alta”. Se elaboran blancos
(incluyendo los típicos ‘brisats’), rosados, tintos, espumosos (poco
interesantes hasta la fecha) y hasta 4 tipo de vinos de licor (mistela blanca,
mistela tinta, rancio y vino dulce natural). El Consejo Regulador remarca
también que las particularidades que se pueden apreciar están claramente
marcadas por esa mediterraneidad y, fundamentalmente, son: “el predominio de
las variedades tradicionales, más expresión en boca que en nariz y destacable
persistencia a la cata”.
Pese
a la emergencia de la DO, cuesta separar de la imagen de los vinos de la Terra
Alta los precios excesivamente bajos o los graneles. Seguramente, como
reconocen algunos elaboradores como Carmen Ferrer (Bàrbara Forés de Gandesa),
la DO Terra Alta “debería creer más en sus posibilidades”.
Según
datos del Consejo Regulador, la producción media de la DO Terra Alta se ha
situado en los últimos años entorno a los 35 millones de kilos de uva. Pese a
ello, en la cosecha del 2012 la producción solo alcanzó los 28 millones de
kilos debido a la sequía y a las condiciones tan extremas de temperatura.
También este año ha habido mermas de producción a causa del corrimiento de la
flor en la variedad mayoritaria, la garnachas (tanto blanca como tinta).
Actualmente hay unas 5.500 hectáreas plantadas inscritas en esta DO y 48
elaboradores, de los cuales 39 son embotelladores. Suma unos 1.400 viticultores
y el porcentaje de sus exportaciones se sitúa alrededor del 45-50%. En la Agrícola Sant Josep de Bot,
que ha visto en el enoturismo una clara oportunidad, miran al futuro con
esperanzadores, aunque lentos, cambios. Al éxito comercial de sus Llàgrimes de
Tardor (blanco, tinto y dulces) han sumado este año las 8.000 botellas vendidas
en un santiamén de su Clot d’Encís Blanc de Negres 2012. Pese al éxito comercial,
esta cooperativa mantendrá la calidad y la producción en la próxima añada. La
Agrícola Sant Josep cuentacon hasta 473 hectáreas de viñedos, 120 socios
productores y una producción media anual de 3,5 millones de kilos de uva. El último ejercicio lo cerraron con una
facturación de 2.192.076,82 euros. En total la sección de la bodega supone el
59,46% del total de facturación. Agrícola Sant Josep se encuentra en pleno
proceso de cambio, y actualmente está trabajando para consolidar una estructura
y un sistema de gestión profesional que “permita afrontar el futuro con
garantías”.
En relación a la DO Terra Alta, el
director de márketing de la bodega Agrícola Sant Josep de Bot, Jaume Martí,
cree que “nos encontramos en un momento en que el entorno y el mercado empiezan
a ser receptivos a nuestro discurso”. Eso sí, Martí entiende que “hace falta
que acompañamos esto con productos que dignifiquen el discurso sin complejos
(garnacha, mediterraneidad) y sobre todo con una presencia constante en el
mercado y los entornos influyentes”. Esto no excluye, añade, la posibilidad de seguir haciendo vinos para
el consumo cotidiano. En este sentido, “hace falta que reforzamos su valor
añadido y no renunciar a seguir haciendo primeras calidades ni que sea sin IG
(sin DO)”.
Una
de las bodegas emblema y más tradicionales de la DO Terra Alta es Bàrbara
Forés. Siguen invirtiendo para ampliar su patrimonio vitícola, principalmente
con viejas vides plantadas en vaso, y están apostando de forma decidida por la
investigación para seleccionar levaduras autóctonas. En este proyecto, que se
desarrolla en el Parc Tecnològic del Vi de Falset (Vitec), están invirtiendo
12.000 euros. Incluso se están adentrando
en la experimentación con ánforas de barro de la zona fabricadas artesanalmente
en Miravet para la elaboración de vinos. Próximamente abordarán nuevas
plantaciones de la variedad morenillo. Entre el año pasado y el próximo habrán
incrementado sus viñedos plantados en 4 hectáreas. También han anunciado una
inversión para electrificar parte de sus viñedos y evitar la devastadora acción
de los rebecos y jabalíes. Ya disponen de 21 hectáreas de viñedos propios
repartidas en 9 fincas. Cerraron el último ejercicio con una producción de
60.000 botellas y una facturación de 270.000 euros, y esperan cerrar este 2013
alcanzando los 300.000.
Pero
en la Terra Alta, que se está abriendo al enoturismo pese a su lejanía
geográfica, no todo es viña y vino. También el aceite está protagonizando un
salto de calidad. Bàrbara Forés ha elaborado ya sus primeras botellas, aunque
aún sin comercializarlas, mientras irrumpen interesantes nuevos proyectos como el
de L’Arlequí, una arbequina 100% de Bot (Mas de l'Estanc). Sus responsables afirman que pretenden “mantener
la tradición agraria familiar con el triple propósito de preservar el uso
agrario de la finca, cultivar el olivo con técnicas respetuosas con el medio
ambiente y conseguir un producto auténtico y de calidad”.